En esta obra subtitulada, De la esperanza a la frustración, el médico tiene el carácter "sacral" de la medicina universitaria, el cirujano tiene un sentido "gremial", y así es su forma de enseñanza: el novicio junto al maestro. Con la fundación de los Reales Colegios de Cirujía el cirujano abandona el papel de "servidor de la naturaleza" e intenta convertirse en su "dominador". La constitución de este tipo de Colegios en Cádiz, Barcelona y Madrid y el tiempo determinarán la unión de las dos profesiones: médicos y cirujanos en una sola.