Julián Mateos
de Aguilar Gutiérrez, Carlos
Julián Mateos representa un caso atípico y de lo más sustancioso en la historia del espectáculo español. Puesto que entre 1960 y 1980, supuso un actor respetado y cotizado, en papeles destacados y a menudo estelares, de cualidad cosmopolita, que en particular introdujo una tipología en España, de joven indistintamente angelical o perverso, con frecuencia fusionando ambos registros en un timbre particular, y galán seductor pero peligroso. Acto seguido, aparta la interpretación y aborda la producción, creando una productora con su esposa y también actriz, Maribel Martín; de este modo, surgen, en especial, Los santos inocentes y El viaje a ninguna parte, dos de los los mayores éxitos (críticos, comerciales, culturales) del cine español. El hecho de que falleciera prematuramente, días antes de cumplir cincuenta y nueve años, remata la singularidad del caso Julián Mateos, el bello tenebroso de las pantallas de los años 60/70, el arriesgado y brillante productor de los 80.