La sociedad extremeña, al igual que la del resto de España, vivió en un ambiente de fuerte agitación social durante la primera mitad de 1936. El trifunfo del Frente Popular en febrero, desencadenó movilizaciones de amplios sectores de la población. Jornaleros y campesinos se precipitaron a ocupar tierras alentados por las consignas de las organizaciones obreras. Por otra parte, principalmente falangistas, practicaron actos violentos con deseo de desestabilizar la República.

Unos y otros marcharon por caminos diferentes en Cáceres durante la primavera de 1936, donde en consonancia con lo sucedido en un plano nacional, no faltaron militares que participaron en la trama conspiratoria contra el orden establecido. Para ello establecieron contactos que no pasaron inadvertidos para las autoridades republicanas quienes, sin embargo, no supieron contrarrestarlos adecuadamente, como lo demuestra el hecho de que , avanzando el mes de julio, lo que hasta entonces habían sido actividades sediciosas, se convirtieron en una insurrección de gran alcance que en pocos días controló toda la provincia.